Dijo Maruja Torres,  en el diario El País:

… Y es entonces, cuando alguien muere, y te llegan a los sentidos el vaho de su cabello en verano, la frescura de sus pecas en invierno, el mensaje de su ropa… Es entonces cuando te preguntas si os abrazasteis lo bastante.

Inevitablemente, uno mira alrededor para comprobar si está abrazando lo bastante a quienes le rodean y le importan. Y comprende que hay mucho abrazo vano y mucho besuqueo en el aire, pero que nos falta acercar el pecho, darse con el torso uno de esos toques profundos, una de esas transmisiones de afecto que el otro metaboliza, que acompañan.

¿Se han dado cuenta de la cantidad de personas que retroceden un paso cuando pretendemos abrazarlas así? Sobre todo hombres. Los hombres sufren, para su desgracia –no es el caso de los gays, desde luego-, de falta de aprendizaje para los contactos que no sean sexuales. La ternura los inunda, pero carecen de espitas para darles cauce. Entonces los abrazas y callan, temiendo que se vaya a abrir el mar Rojo y los vaya a engullir, o que se vaya a abrir el mar Rojo y sencillamente los escupa. Es decir, temiendo, pero no sabiendo qué temer. Estamos en una época en que el contacto físico sentido, no el de las palmadas en los hombros ni las formalidades, acobarda.

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Me quedé pensando si abrazo lo suficiente. No a mis hijos, o al hombre que amo, a los que puedo abrazar sin límites, sino a los demás, a los que están cerca y me importan mucho, a los que sé que seguro están hoy, pero dejo pasar el día…  Quizás la cobarde sea yo,  la que tiene miedo, sin saber a qué… ¿A qué?

Quizás uno da las cosas por sentado, demasiado, y se ahorra las palabras y el gesto de decirle al otro  lo mucho que nos importa,  y esto no está nada bien. ¿Porqué no hacerlo más a menudo, cuando estamos a tiempo?  Siempre queda la posibilidad de aprender, no importa lo que cueste… no creo que nos engulla el Mar Rojo ni  se nos caiga el cielo encima!

Y vos…. ¿cómo te llevás con los abrazos?