Finalmente,  llegó el día de volver!

Cuando empecé a pensar en estas vacaciones, ya varios meses atrás, el proyecto era otro. Pedí el permiso para salir del país con un plan distinto en la mente, pero la vida es así…  hay que dejarse sorprender y animarse a más! Vale la pena.

Viajé a reencontrarme con una amiga, y ese encuentro fue especial, para ella y para mí.

Para ella, que se animó a volver a extrañar y a ponerse en contacto con muchas cosas bien guardadas en la memoria. Además de todo lo que hicimos, nos divertimos escuchando a Banana Pueyrredón y muchas otras canciones que fueron parte de esa época que vivimos juntas  y nos remontaron mil años atrás… éramos tan chicas!

Para mí, que pude disfrutar cada momento de este viaje, conocer otras costumbres y otras realidades,  y vivir de adentro como es llevar  adelante una familia lejos de casa, en otro ambiente. Sentimos, las dos, que no importa la distancia ni el tiempo que pasó, seguimos riéndonos y compartiendo esos códigos que se manejan entre gente que creció junta, que difícilmente se encuentre fuera, en otro ámbito.

Hice empanadas (muchas!!!). Bailé tango. Viajé en guagua, y también con chofer. Caminé por una ciudad totalmente nueva para mí. Hice snorkeling. Nadé y pasé horas sola en la playa, y descubrí que también se puede pasar así momentos perfectos y felices. Pensé mucho. Estuve con mucha  gente de distintos países, hablé otros idiomas, escuché una banda de música country, y otra que tocaba a Maná y a los Rodriguez … estuve en lugares muy serios, y también en otros muy conocidos, fui al cine, comí asado argentino, y viví unos días como viven los gringos.

Me hipnoticé con los atardeceres en la playa, y los tengo grabados en la memoria, aunque también en fotos.

La playa, el atardecer y yo.   (si! …  soy yo!)

Ahora, a seguir trabajando. Mientras empiezo a pensar (juntar euro sobre euro!!) en mis próximas vacaciones:  Francia, a visitar al monstruo!

Y vos, ¿ya estás pensando en tus próximas vacaciones?