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Mientras Latif  bailaba, siguió sonando el mismo acorde con sus cinco notas, y ahora era otro el que hacía el acompañamiento con el casette… cuando Latif terminó de bailar, se acercó al del bajo, le dio un beso en la frente y se volvió a sentar. Invitó al que tenía a su derecha a que hiciera lo suyo,  este se paró, improvisó otro bailecito al compás de las mismas cinco notas del mismo acorde … y yo empecé a sentir que si seguía sonando eso en cualquier momento me iba a dar un ataque. Los que desmenuzaban ramitas cada tanto nos miraban, y por mi mente cruzó el titular de cualquier diario… madre e hijo argentinos involucrados en confuso hecho en un fumadero en Marruecos… Cuando ya estaba al borde de la desesperación… la música subió un tono: ahora era el mismo acorde pero unos tonos más alto, y así siguió, varios minutos más. Para ese momento Latif se había olvidado de su francés,  su inglés, y creo que también de su idioma natal y de nosotros,  porque estaba en el mejor de los mundos, y  las pocas palabras que se decían eran en árabe… Finalmente, el que tocaba se calló!

Nos miramos con el monstruo, y telepáticamente nos dijimos “ahora”. Con una sonrisa en la cara y con mucha suavidad,  dijo  Latif, nos tenemos que ir… Latif bajó de la estratósfera donde estaba, nos miró sin parecer tener mucha idea de quienes éramos o qué estábamos haciendo ahí y empezó a decir algo en árabe. Cuando pudo bajar un poco más todavía, le hizo entender al monstruo que teníamos que pagarle por los cigarrillos …  ¿¿¿??? ¿Qué???… Si no fumamos, nada… no no no … le decía el monstruo… por el té, entonces, algo para los chicos… rebuscamos en nuestros bolsillos y la mochila, y entre los dos juntamos cerca de 27 dirhans (2.70 eu), todo lo que  nos quedaba en monedas,  y pusimos nuestra mejor cara de es todo lo que tenemos.

Nos levantamos. Latif, se levantó con nosotros… saludamos a todos los presentes, agradeciéndoles uno por uno el buen momento musical y la compañía,  el té al dueño de casa, que aunque seguía trabajando la madera ajeno a la música, los bailecitos o lo que fumaban,  nos acompañó hasta abajo, abrió la puerta, y salimos.

Una vez fuera, Latif nos dio un gran abrazo a cada uno, al mismo tiempo que nos decía I love you… y se fue para el lado contrario al que nos fuimos nosotros. Conteniendo la risa, caminamos por las callecitas desiertas hasta que llegamos a una calle más concurrida, y decidimos que era un muy buen momento para ir  en búsqueda de una pizza!

Al día siguiente, volvimos al negocio a buscar una lámpara que habíamos dejado encargada, pero Latif no estaba. En cuanto nos vieron entrar, el encargado nos preguntó ¿todo bien?… ¿y Latif? … como si nosotros supiéramos porque no había aparecido ese día por el negocio.

Y no, no sabíamos, pero supusimos que quizás Latif estaría todavía navegando por el mejor de los mundos.  Nos envolvieron lo que habíamos encargado, y nos fuimos.

La lámpara, parece un sol, o como dijeron por ahí, una araña pollito.

Al día siguiente, volvíamos a Paris, y después del sol de Marruecos, a encontrarnos otra vez con el frío y la lluvia, Paris no parecía haberse enterado que llegaba el verano…  Y el día después, yo volvía a Buenos Aires.

Una vez más, llegó el momento de despedirnos. Confirmadísimo: odio las despedidas.

Al costado de esos dos hombres que desmenuzaban ramitas había una habitación muy chiquita, con tres colchones tirados en el piso, una mesa ratona en el medio, y algunas guitarras apoyadas sobre los colchones y contra la pared. Guitarras…música… me quedé más tranquila… En la mesa, dos casettes…  Estos chicos atrasan, pensé para mí, todavía usan casettes!

Nos sentamos, y nos quedamos un poco a la expectativa. En seguida aparecieron dos chicos jóvenes, tendrían la edad del monstruo, nos dijimos Salam – Salam… el dueño de casa nos acercó un vasito de té a cada uno, y en medio de un silencio un poco incómodo, el monstruo agarró una de las guitarras y se puso a tocar.

Terminó lo que estaba tocando, nadie dijo nada… ni que bien, ni que mal, ni de donde son, ni que es eso que estás tocando… y ante tanto silencio, volvió a dejar la guitarra donde estaba con un poco de perplejidad… esto no viene de hacer música, me dio por pensar, cuando uno de los chicos agarró un instrumento raro, una especie de bajo con tres cuerdas hecho de madera, el guembri, y empezó a tocar. Cantaron una canción, que sonaba muy linda, donde parecía que uno decía o preguntaba algo mientras el otro le respondía… al estilo Pimpinela pero sin tanta estridencia, y cuando terminaron esa canción, otra vez el silencio incómodo.

El guembri

El que tocaba el guembri, se levantó , se acercó a la montaña que estaban haciendo los otros dos con las ramitas, sacó un puñado, y se volvió a sentar  mientras armaba un cigarrillo, que se parecía más a un habano por lo grueso que era. Otro, que estaba sentado al lado de Latif, sacó de entre sus ropas una cañita de madera, larga como de 25 cm, y empezó a fumar.

El simil habano quedó en la mesa, y lo iban fumando por turno, mientras el monstruo y yo estábamos de meros espectadores. Nadie decía nada.

El que tenía el guembri empezó a tocar otra vez. Un acorde con 5 notas, siempre el mismo, repetido todo el tiempo. Latif  tomó un casette de los que estaban en la mesa, y empezó a acompañarlo, dándole golpecitos con los dedos. El monstruo, viendo que la cosa venía de participar, empezó a tamborilear sus dedos en la mesa, marcando el ritmo… hasta que Latif, con mucha suavidad, le agarró la mano y se la llevó al pecho donde la mantuvo por varios segundos… hijito querido, no rompas el clima… parecía decir sin palabras. Siguieron sonando por muchos minutos más, larguísimos e interminables, las cinco notas del mismo acorde… de pronto Latif, se paró en el medio y empezó a bailar… parecía en trance, no miraba a nadie, no decía nada, era él, la música y su cuerpo.

¿ y yo como vine a parar acá?

El guembri, sonaba como esto (sacado de la web)

Cuando el monstruo del medio era chiquito,  y hasta que tuvo 6 años, era un chico que estaba siempre en movimiento, no paraba nunca, salvo cuando dormía. En esos momentos, los primeros minutos uno lo miraba con mucha ternura… qué lindo como duerme!…hasta que tomaba conciencia  de que solamente estaba cargando la batería para volver a empezar cuando despertara… y ahí, agarrate Catalina!, se enchufaba otra vez!

Cuando salía con los tres juntos, los dos chiquitos y una bebé en la mochila, estaba todo bajo control… uno de cada mano, y era relativamente fácil moverse así, viajaba con ellos en tren o el subte y no había mayor problema, nada era un impedimento para salir a donde fuera. Solo era cuestión de no soltarlos, y si necesitaba una mano libre, soltar al más grande.

Por eso de estar en perpetuo movimiento, cada vez que pudo se metió en los lugares y situaciones más inesperadas, de esas que nos obligaban a salir corriendo a la guardia médica más cercana. Desde estar cosido y pegado con la gotita por todos ladoshasta haber puesto un ojo en la trayectoria de un sapo haciendo pis! Cómo se termina con un sapo haciéndole pis en un ojo, es un misterio!

En algunas pocas situaciones en que necesité tener más de una mano libre, y ante la posibilidad que se fuera corriendo de mi lado sin que lo pudiera atajar, o debajo de un auto, opté por la no muy popular alternativa de atarlo. Había visto una vez, en un viaje por los países del norte,  a una madre llevando a su hijo atado con un arnés preparado para eso. Acá no se veían, ni arneses ni madres llevando atados a sus hijos, pero entre perderlo, me pasó y es desesperante,  o rescatarlo debajo de un auto, opté por una correa, atada desde mi cinturón al de él… y entonces, con poca soga, difícilmente se me escapara. No fueron muchas las veces que lo llevé así,  pero hubo varias, ante la mirada desaprobadora… ¡que horror!  o divertida de la gente.

Llegando a los 6 años mágicamente se calmó, como si se le hubiera gastado la pila por mucho uso, y pasó a ser el tipo más tranquilo, calmo y equilibrado del mundo, y todavía sigue así.  Hoy, cada tanto me echa en cara el haberlo atado, aunque se ríe del asunto, y hace poco le demostré que a pesar de todo, fuimos de avanzada!

                        Este año, en el aeropuerto, otra madre, otro chico atado!

A grandes problemas, grandes soluciones. Y vos, ¿cómo te manejas en casos parecidos?

El monstruo allá lejos tiene la costumbre, cuando se trae algún proyecto nuevo entre manos, de no decir nada. No puede hablar de eso, lo que sea, ni adelantar nada, y ya sabemos los demás que tampoco tenemos que preguntar.  Hablar del tema, lo quema, y cualquier cosa que preguntemos termina siendo una pregunta sin respuesta.

Hace poco, hablando por teléfono, me pide que le mande un plano de Buenos Aires… y la consigna, ya la conozco: no preguntes!

Salgo entonces al mediodía siguiente en mi corta hora de almuerzo, en búsqueda del plano. Paso por dos librerías… pero no tienen más que los de colegio… ¿con contorno o sin contorno?…  No, esos no! … entonces me muestran un mural, de 1,50 x 1,30..  no! …tampoco ese … busco uno de esos para turistas… y me sugieren un kiosco de revistas… voy al kiosco más cercano, y finalmente tengo un plano a la vista… 18 pesos,  envuelto en papel celofán. Lo compro y vuelvo a la oficina, lo estoy por meter en el sobre, cuando se me ocurre que mejor antes lo miro. Lo abro con cuidado… era enorme,  pero solamente del microcentro… ni la General Paz, ni Constitución entraban en el plano … así que lo vuelvo a doblar con mucho cuidado y salgo corriendo a buscar otra vez el kiosco… el plano está incompleto!… pero! me dice el buen señor…  no sabía porque jamás lo abrí… y tiene otro??? … si …  y me saca otro que sale 40 pesos … 40 pesos!!!! (me estará viendo cara de turista? …cuando estamos llegando a fin de mes y yo todavía pagando el corso del fin de semana largo de carnaval, y cortita de pesos hasta el próximo sueldo)… pero le digo, ok, lo podemos abrir para ver??? y ahí en medio de la vereda y con el vientito que complicaba un poco las cosas, abrimos el plano (fue sencillo) y lo cerramos (no tan sencillo), y vi que esta vez si,  estaba Liniers, Pompeya y más allá la inundación… y  también la calle donde vivimos.

Le pago la diferencia, y vuelvo a la oficina corriendo porque ya era la hora en que papá empresa  nos quiere de vuelta en el escritorio, calladitos y sin chistar,  agarro otra vez el sobre, le tacho el membrete de la empresa, y lo mando por el correo que usa la oficina…aplicándolo a mi cuenta personal y feliz de haber logrado en tan poco tiempo el encargo prometido… mission accomplie, el plano está en camino.

Lo terrible fue que recién me di cuenta a la mañana siguiente, serían pasadas las 8… que no le había agregado ni una sola línea, ni una pregunta de como estaba, ni siquiera le había mandado un beso…. mala madre!!!!  y caí en la cuenta, además, que ando con un delay de 18 horas!  Atraso 18 horas!!!!

Entonces si, le escribí unas líneas y se las mandé por mail, que ya leyó, mientras el plano todavía sigue su viaje.

El monstruo se calla a la hora de hablar de sus proyectos, no vaya a ser que se le quemen. Yo, sin tanto filtro, puedo contarlos, aunque sé que a veces suenen a castillos en el aire, y salvo algunos que hasta a mi misma me parecen un delirio, una cosa es que piensen que uno está loca, y otra muy distinta es que tengan la certeza, los cuento, aun a riesgo de que me tomen a veces por fantasiosa, o creadora de castillos en el aire. Unos cuantos, con el tiempo, los concreté. A otros, se los llevó el viento. De algunos en particular, ni hablo… a Dios rogando y con el mazo dando, tengo toda la paciencia del mundo.

Y vos, ¿cómo sos a la hora de poner en marcha tus proyectos? ¿te animás a hablarlos en voz alta, o los guardas para vos hasta que sean seguros y posibles?

Como Día de la Lealtad se conoce en la Argentina a la conmemoración del 17 de octubre de 1945… cuando en Buenos Aires una gran movilización obrera y sindical  exigió la liberación del detenido coronel Juan D. Perón, quien desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Social creada a su pedido, promovió los derechos de los trabajadores. Es considerado como el día de nacimiento del peronismo y uno de sus máximos símbolos, así como uno de los momentos más importantes de la historia del movimiento obrero argentino. Más allá del nombre dado por el Partido Justicialista, también es llamado Día de la Lealtad Peronista; actualmente la fecha ya no es un feriado nacional.  (Wikipedia)

Hubo tres cosas que mi ex-suegra jamás me perdonó:

Que no fuera francesa ni supiera hablar francés… que iniciara a los monstruos en el mundo del dulce de leche, y que uno de ellos naciera un 17 de octubre.

Cuando empecé a salir con el francés, lo único que me acordaba de la época del colegio, era Est-ce que je peux aller à la salle de bains?  Con el correr de los años, y tan solo de escucharlo hablar, aprendí un montón, tanto que puedo entender una película, leer en francés, y llegar a decir algunos insultos muy interesantes si fuera necesario. Hasta a mis perros les hablábamos en francés… ¡cuánto glamour!  Con el tiempo perfeccioné aquella pregunta inicial y ahora más educadamente puedo decir … Où sont les toilettes, s’il-vous-plaît?

Creo que esa fue la primera razón por la que nunca me aceptó del todo, y a eso se le agregó lo del dulce de leche. Que a mi me gustara el dulce de leche, podría haberlo tomado como un defecto mío propio de alguien que no era europeo… pero que a sus nietos les gustara más que cualquier dulce de frutas de los que ella preparaba … era demasiado!… ça suffit!

Y sumado a eso, un nieto nacido un día que para ella era nefasto: cuando estaba esperando al segundo de los monstruos, aunque todavía faltaban casi 20 días para la fecha prevista, una noche sentí que podía estar por nacer. El francés, sin inmutarse, me dijo: ni se te ocurra que mañana es 17 de octubre!… 

Pero se nos ocurrió, al monstruo y a mí, porque cuatro horas más tarde ya había nacido, para horror de mi suegra, que no podía escuchar la palabra Perón, peronismo o peronista, sin que se le pusieran los pelos de punta, se le transfigurara la cara y arrancara con una lista interminable de insultos franceses. Desde aquel 17 de octubre del 45 que dividió al país en dos bandos, ella  pasó a formar parte de esas personas  que tan solo por principio, odiaban o amaban con la misma intensidad a los que pensaban distinto o igual que ella.

Los primeros años, lo mantuvo a cierta distancia. El monstruo hacía su parte,  en ese entonces era un tipito bastante revoltoso, y quizás eso la alejaba más. Con los años, a ella se le fueron pasando los rencores, y con el tiempo, terminó queriéndolo mucho.

Pasaron 26 años desde aquel 17 de octubre, y llegó un nuevo cumpleaños. Le pregunté al monstruo de qué quería su torta, aún sabiendo que era una pregunta innecesaria, porque no hay otra opción que chocolate con dulce de leche y cubierta con más chocolate… y su respuesta fue: quiero un tren, o un camión o un auto… sorprendeme!!!!

???? … Pero… vas a cumplir 26… no 6!!!

Si… pero se sigue siendo un niño en algún lugar del corazón!

Touché!!!!  Fiesta grande y reunión familiar.  Torta camión con acoplado, de chocolate, rellena con dulce de leche y cubierta con más chocolate, con cargamento extra de M&M!

En mi casa, los cumpleaños son cosa importante y de gran festejo. El monstruo, tremendo grandote, feliz!!

Y a vos, ¿cómo te gusta festejar tu cumpleaños?

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